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Cada día, cada entrega de premios que pasan se hace más evidente y obsceno el tremendo feo que los académicos de Hollywood le han hecho a Ben Affleck, fuera del quinteto de candidatos al Oscar como mejor director. Apenas horas después de ver cómo incluso un novato, Behn Zeitlin, responsable de Bestias del sur salvaje, le levantaba la tostada, Affleck recogía el galardón a mejor realizador en los Critics Choice Awards, con una cara que era un poema. Anoche, en una cita de más fuste, los Globos de Oro, vivió un nuevo desagravio: premio para él y para Argo, con Spielberg rumiando su mosqueo entre el público, sabedor, eso sí, de que se llevará la estatuilla el 24 de febrero, y que otro tanto, muy probablemente, hará su Lincoln.
Y hasta aquí lo mollar de estos Globos… Por lo demás, Los miserables también tuvo su noche de consolación: pintarán poco en los Oscar, así que ya pueden paladear como se merece los premios para Hattaway, la única que repetirá, Hackman y la cinta como la mejor en la categoría de musical / comedia. Parece meridianamente claro que habrá pocas sorpresas en los premios gordos, y que repetirán Day-Lewis y Chastain, y que quizás Tarantino vuelva a llevarse su pellizco como responsable del mejor guión por Django desencadenado. Tal vez vuelva a suceder que La vida de Pi, pese a sus muchas nominaciones, se vaya de vacío, y que otro tanto ocurra con Amor, que a pesar del ruido generado tenga que contentarse con ser la mejor película extranjera.
En cuanto a la televisión, menos sorpresas incluso. En drama el triunfo de Homeland y sus protagonistas estaba cantado, tanto como el relevo a Mad Men o el menosprecio eterno a Breaking Bad. En comedia, Girls adelanta por la derecha a Modern family, que demasiado tiempo llevaba arramblando con todo premio que se le pusiera por delante. Game Change ha sido encumbrada como la mejor película hecha para televisión. Lamentar que Kevin Costner haya trincado el típico premio que se le da a la ex estrella de la gran pantalla.
Y hasta aquí los Globos de Oro. En breve, los Oscar. Para ambos, para cualquier entrega de premios, sirve la misma reflexión: terminada la parafernalia, embalada la alfombra y despejado el teatro, evaporado el humo, lo que quedan son un puñado de decisiones de un puñado de gente. Que cada cual tenga sus favoritos y sus premiados, sus filias y sus fobias, sus mejores películas y series y sus mejores actores. Porque el cine, también la televisión, es mucho más que todo esto. Un doble recordatorio: ni Alfred Hitchcock ganó un solo Oscar ni The Wire obtuvo un triste Emmy o Globo de Oro.